Terminaba ya el verano
y Víctor recordaba
sus días de vacaciones en Benidorm: sus horas buceando
en el agua mientras buscaba tesoros de barcos
hundidos; las burbujas que provocaba al sumergirse
y que tanto le gustaban; los buques a lo lejos que esperaban
órdenes para atracar; el suave tacto
de la arena cuando tocaba sus pies; su cubo nuevo
de playa.
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